martes, 28 de abril de 2009

para que no digas que no pienso en ti (texto creado sólo para subirlo al blog)

Un ejercicio que he estado haciendo ultimamente, sólo para tener algo que poner por estos lados, obviamente está sin editar, en proceso de terminarse y con uno que otro error de redacción.
Pdt: por si se preguntaban qué pasó con la historia de Gustavo, creo que la dejaré así ya que no me gustó de a mucho, y por los "numerosos" comentarios que recibí en el blog, parece que a mis lectores tampoco. Esta vez espero que haya un poco más de opiniones.

(título pendiente)

La primera vez que la vi fue hace poco más de dos años. Estábamos en la universidad tomando un curso de esos que se inscriben para poder completar los créditos necesarios para el semestre. Yo llevaba más de un semestre sin tener nada que ver con alguna mujer, había estado tan inmerso en mi proceso de escritor que hasta las relaciones interpersonales se volvieron extrañas y ajenas, casi que impensables para aquella época.
Como ha sido mi costumbre, ese día habría de llegar tarde a clase, empujé la puerta del salón y de inmediato me percaté que de manera extraña las sillas habían sido puestas alrededor de la mesa central del profesor, y no en filas como se acostumbraba a hacer siempre. Así que con esta formación todos podían verse a la cara y de la misma forma, verme desfilar desde la puerta hasta la única silla disponible; mientras me acercaba a ella, me di cuenta de las dos mujeres que habían al lado de la silla, una de ellas era tremendamente gorda, tanto así que me impresionó la idea de verla tratar de encajarse en el pequeño espacio que había sido diseñado para que una persona se acomodara. Aquella mujer era de todos modos aterradora e impresionante, su mórbida obesidad hacía parecer sus piernas como un solo pedazo de salchichón que salía desde su tronco y terminaban en algo que podríamos llamar pies, pero que más bien parecían unos pequeños bultos de milanesa. Esto me hizo pensar por un momento cómo sería en la cama, me la imaginé aplastándome la cadera con todo su cuerpo y mirándome seductoramente mientras recogía sus pechos caídos sobre su panza y los levantaba hasta poder besar sus pezones.
Mientras estas imágenes terminaron de recorrer mi mente en menos de tres segundos, me hallaba cerca de mi destino, allí en la silla me di cuenta que además de aquella gorda “sensual”, estaba ella; piel trigueña, no negra ni blanca, parecía tener un balance exacto, como si en su tono de piel se representara lo que todos esperamos: un equilibrio de bondad y maldad perfectamente coordinado. Sus ojos no impresionarían a nadie, pero su mirada te atrapaba en segundos. Tenía un brillo extraño, ese que percibes sólo cuando la miras de frente y te das cuenta que ella te analiza y te toma medidas por todo el cuerpo.
Su cabello, creo que era lo mejor de su rostro; rizado en espirales perfectas que caían a cada lado de su rostro haciendo que se le enmarcara y resaltara aún más su mirada. Me miró de repente, creo que se había dado cuenta que desde hacía un tiempo estaba detallándola; alzó su mirada y la dirigió justo a la mía mientras yo hacía lo propio: mirar fijamente a la gorda.
Me acomodé en la silla teniendo cuidado de no rozar con la gorda que también se había quedado mirándome fijamente, bueno, creo que a este punto todos estaban mirando esperando que yo terminara de hacer ruido con el puesto y me acomodara en el espacio que quedaba disponible.
El profesor continuó con la clase, bueno, con el discurso que tenía preparado para ese primer día. Sobre lo que se debía hacer o no en su clase, que mucho cuidado con la asistencia, que los trabajos en computador, bla, bla, bla… por mi parte me había concentrado mucho en mirar quienes estaban a mi alrededor, que como cosa rara no me sorprendería de ningún modo. Los mismos grupos de siempre, mamertos regados por cada zona del salón, viejas tontas que ni siquiera entendían por qué estaban estudiando en una universidad y no en una academia de oficios de puta sin posibilidades de triunfar.
Pero por otro lado estaba mi chica, aquella que concentrada tomaba nota muy seguido en una agenda que me desconcertó. Obviamente al hacerme a su lado comencé a suponer qué tipo de mujer era ella; de las que más abundaban allí eran las bohemias mamertas, que bien podría ser redundante pero no, son algo así como una especie que viene en combo, les fascina la literatura y creen que la poesía de Neruda y Baudelaire han sido lo mejor que se ha hecho, escuchan a Silvio y Mercedes no les parece Sosa, siempre andan con una mochila vieja y raída que muy seguramente compraron la última vez que fueron a acampar al Tayrona, si se mira en su interior se verán las pepitas de un bareto viejo o peor aún, varias patas que quedaron pendientes por fumar. Pero bien, también podría ser de las fáciles, de las que se juran vírgenes por siempre pero tienen que tener algo entre las piernas que les alegre el día y la noche. O de las que se la pasan diciendo que no hasta que están lo suficientemente borrachas; de las que les gusta estar con el tipo que tiene plata y se lo marranean con gusto, de las que se convence con cualquier discurso fácil sobre el amor y las relaciones personales; o simplemente de las que se definen como mujeres imposibles. Su belleza es natural, no es perfecta, pero lo que tiene es armónico y atractivo para todos; tiene comentarios puntuales acerca de cualquier tema, ya sea que lo conozcan o no; se mueve con gracia, te habla segura de sí misma y pareciera que siempre tiene el control de todo, es capaz de igualarse a un hombre en cualquier debate sin salir perjudicada por comentarios sexistas o peor aún inteligentes.
¿Y entonces qué pasó? La agenda era desconcertante, porque era de esas agendas que se consiguen en las librerías del centro, en las que algún librero desocupado y falto de otra entrada de dinero decide emplear sus dotes de encuadernador y crear agendas para cualquiera que pase por allí considere atractivo el ver cientos de hojas empacadas en pastas forradas de telas terciopeladas, apliques brillanticos, flores secas y algún extracto de un poema poco conocido –preferiblemente del librero o uno de sus amigos “bohemios”-.
¿Entonces habría que meterla dentro de las mamertas con tinte de bohemia? No, porque su ropa era sexy sin ser loba y mucho menos mostrarse puta.

sábado, 28 de febrero de 2009

Actualización

Buen día.
Supongo que se habrán preguntado que ha pasado con el blog y por qué no he vuelto a postear nada. Pues resulta que había estado bastante ocupado con mi trabajo, además del lanzamiento del libro "cenizas en el andén" y por último y más importante hace dos días me convertí en un orgulloso padre, así que no me queda mucho tiempo por ahora.
He de adelantarles que no he dejado de escribir, sólo que con las nuevas políticas de los concursos y editoriales en los que se pide que los textos sean totalmente inéditos, pues no he podido mostrar nada; sin embargo estoy pensando en subir textos cortos que hagan parte de ejercicios que me proponga, pero todo esto lleva un tiempo para prepararse, así que tendrán que continuar esperando un poco más para poder volver a leer algo de lo mío. Por ahora los dejo con la invitación a comprar el libro "Cenizas en el andén" antología de cuentos citadinos de la que hago parte. Para conseguirlo es fácil, me pegan una llamadita o simplemente me dejan un correo para contactarlos y listo.

Esta es la portada del libro, por si lo ven por ahí, no duden en hacerlo suyo, la verdad los textos son bastante buenos y Roberto Rubiano es quien lo prologa, así que tiene todas las garantías para ser un muy buen libro.


Por cierto, me gustaría sabr qué opinan sobre Gustavo gets spanked, he estado pensando en continuar la historia semanalmente pero primero quiero conocer los comentarios de todos para así poder enfocarme mejor en la historia que quiero hacer.