viernes, 28 de noviembre de 2008

Gustavo gets spanked

Gustavo se sienta cada tarde a revisar su correo electrónico, algunos perfiles en sitios web para “conseguir amigos” y una que otra página porno.
Tiene una rutina perfectamente descrita para todo ello, primero el correo, luego Facebook, myspace y tagged; aunque siempre que lo hace se pregunta para qué los revisa, nunca encuentra nada nuevo o ni siquiera algo que le llegue a parecer interesante.
Sabe que sus amigos on line son los mismos de la vida real, que las mujeres que aparecen en los perfiles públicos no existen o nunca le irán a prestar atención; así que siempre termina dedicado a revisar minuciosamente las páginas porno de su preferencia, aquellas que son gratis, videos de más de 25 minutos y de tipo youtube, en los que puede adelantarse a la acción en el momento que desee, sin tener que esperar a que el video cargue completamente.
El recorrido, el de costumbre, most viewed, top10, y para rematar resently cum. Luego de esto se concentra en buscar curiosidades o novedades dentro de sus tipos de películas favoritas: teen, latina, brunette y big bangs. Pero entre estas teen, era realmente su categoría favorita, lindas jovencitas que se dejaban penetrar una a una por hombres que podían durar hasta 45 minutos sacudiéndose dentro de ellas. Muchas veces encontraba combinaciones, amateur lolita, imágenes captadas por cámaras de celulares, malos enfoques realizados por cámaras de seguridad instaladas en probadores de almacenes de ropa, college cheerleaders, barely 18, baby-sitter gets spanked y tal vez una de las mejores según su selección personal, my daughter’s friend.
Cualquier persona que viera a Gustavo disfrutar de esta completa selección de videos de cinéfilo pedófilo, podría pensar que era un hombre solitario, que al no tener ningún tipo de relación con las mujeres, habría llegado a desarrollar cierta fijación y gusto por la pornografía, pero no era así, Gustavo gozaba del privilegio que muchos otros envidiaban, la posibilidad de tener a cualquier mujer que deseara, cualquiera.
Era una historia simple y muchas veces repetida, un tipo que había sufrido el castigo del acné en su adolescencia y que aún en su rostro conservaba los rastros de su paso por esta etapa. Se había acostumbrado a estar sin alguna compañía femenina durante los dos primeros años que sufrió su acné, hasta que se dio cuenta del valor de su popularidad dependiendo en el número de mujeres con las que había logrado acostarse, asunto que lo preocupó hasta el punto de llegar a idear estrategias para poder acostarse con alguna mujer.
Lo más sencillo para él fue comenar por mujeres de su mismo tipo, aquellas que eran rechazadas por todos los demás, mujeres que habían sido rechazadas de inmediato por cualquier hombre. Empezó por el tope de lo más indeseado de todo, Erika, una mujer de su edad que ostentaba el título en mejor ortografía de todo el colegio, asistencia perfecta durante cuatro años y unos hermosos Brackets que convinaban a la perfección con sus gafas destartaladas y torcidas. No fu difícil convencerla de estar con él, a pesar de su constante miedo a acercarse a los hombres, pensó que lo mejor sería estar con alguien que ostentara su mismo nivel de popularidad. Así que ese fue el comienzo de Gustavo como gran amante, ya sabes como es, el hombre muy bien dotado por la naturaleza -no solo por tamaño y forma si no también por su habilidad con aquel miembro-; había logrado lo que muchos otros hombres envidiarían: reputación.
Cada mujer con la que estaba, quedaba tan plenamente satisfecha que corría a contarselo inmediatamente a sus amigas, quienes sin dudarlo, comenzaron a acercarse a aquel hombre, que a pesar de su rostro lleno de granos y puntos negros, garantizaba un excelente nivel como amante. Así que de una en una, Gustavo fue adquiriendo fama de gran amante, haciendo que esta fama perdurara hasta los días en los que seguía obteniendo a cualquier mujer que deseara.
Cuando estaba con ellas imaginaba que era parte de uno de los videos que tanto le gustaba ver, así que tenía un orden específico para cada cosa, primero una entrada a la sala del apartamento, una charla rápida acerca de lo que les gustaba con respecto al sexo, entonces ella debía tocarle su miembro, siempre flácido y tratar de levantarlo con la boca.
De siete a doce minutos de una buena mamada, diferentes tomas, pero la más cotante, un primerísimo plano al miembro, siempre en él, raras veces en ellas a menos que fuera en los momentos en los que con gran fuerza y destreza Gustavo lograba ponerlas a gemir y gritar hasta el cansancio. Las tomas variaban de ángulo pero ella siempre debía mirarlo a los ojos ignorando a la cámara siempre fija la mirada en él, como si estuviese rogando porque tuviera una erección, mientras él la iba desvistiendo y abriendo de par en par “that wet pussy”. Un par de nalgadas, caricias fuertes en los senos, pellizcos en los pezones y un par de chupadas al cuello y luego, su turno; se acomodaba al borde del sillón, apoyando sus rodillas en el piso, metía su cabeza entre las piernas de la mujer, succionando una y otra vez, tocando, introduciendo sus dedos, al principio uno, luego dos, hasta que pudiese meter al menos tres o cuatro. Cinco minutos más o siete cuando la mujer aparentaba estallar por la excitación producida. Y luego, la gran entrada, doggie style para empezar, la cámara enfocaba ese primer momento en el que su verga diestra ya, entraba y ellas empezaban a gemir, como si nunca lo hubieran hecho antes. De cuatro a seis minutos más por posición, y luego el gran final, uno, dos, tres, directo a la boca; “she gets her first time fuck” solía llamarlos.



To be continued...

lunes, 27 de octubre de 2008

MISA DE GALLO

Basado en un cuento original de Joaquim Machado de Assis, adaptado por Frank Jiménez Guerrero


Para Santiago.


Hacía poco había llegado de mi pueblo, recién terminaba mis estudios en la escuela y aquella familia, se había ofrecido a hospedarme mientras me ubicaba en la ciudad antes de iniciar los estudios en la universidad. Ellos conformaban una familia un poco más que reducida apenas para llamarse así; el señor Molano, dueño de la casa, tenía una mujer con la que se había casado luego de enviudar.
La nueva señora Molano era una mujer jóven en comparación a su marido, quien casi podría ser su abuelo, acostumbrada a vivir muy cómodamente con aquel hombre gracias a los lujos que su puesto como escribano le brindaban.

Decidí que era mejor pasar la noche despierto y no tratar de levantarme antes de la hora acordada para ir a despertar a mi vecino, y luego asistir a la ceremonia que tanto me llamaba la atención; más por sus asistentes y la elegancia que debía tener que por otras razones. Así que a eso de las nueve treinta según me pareció, ya que allí el único reloj que había era uno hecho en madera gruesa y oscura, con un péndulo largo y números plateados, que colgaba de la pared central en la sala de la casa. Salí de mi habitación hacia donde se encontraba la péndula para dedicarme a leer y así mismo estar despierto y pendiente de la hora. Cuando llegué al sitio me sorprendió sobre todo la inmensidad que aparentaba en medio de la noche, sin el normal ajetreo de las personas que acostumbraban a visitar al señor escribano.

Me senté pues en el sillón que se ubicaba exactamente frente al reloj, que cadencialmente marcaba los segundos con su ondulación constante. Tomé mi libro, La Violación de Lucrecia y me dediqué a perderme en las páginas de aventuras entre Lucio Tarquino y su indecisión por poseer a Lucrecia. Fascinado con la obsesión de Tarquino por aquella mujer, me dejé consumir profundamente entre sus pensamientos.
El señor Molano era como Tarquino, tenía gran poder y lo había conseguido luchando por él, así mismo había conseguido varias mujeres de las cuales podía sentirse bastante orgulloso, sin embargo, lo que más me llamaba la atención de aquel sujeto era la costumbre que tenía de frecuentar al menos una vez a la semana un serrallo, en donde era bastante conocido y sobre todo querido por quienes allí trabajaban. Su mujer sabía de ello, pero su personalidad pasiva y siempre sometida la había hecho acostumbrarse a las desiciones que el hombre tomara, entre ellas, la de tener cierta aventura casual de media noche con una que otra mujer.
Remedios era una mujer que no parecía estar acorde entre su apariencia y su personalidad, ella era una mujer de gran estatura, espalda amplia y piernas delgadas, su rostro era adornado en cada extremo por unos ojos negros, de apariencia profunda e intimidante, como el sendero de un bosque a media noche iluminado únicamente por la luna pálida como su piel y llena de secretos como su alma. Sus caderas pronunciadas resaltaban su busto firme y elegante que formaban una silueta descarada, la cual ella trataba de ocultar con sus ropas negras y llenas de encaje, como si estuviera constantemente en luto por la mujer que precedía su posición en el hogar. Su cabello negro siempre recogido, contrastaba con su tez blanca y de apariencia fría.
El señor Molano, quien era bastante corto en estatura, parecía un muñeco de porcelana que había sido comprado para adornar el jardín principal de la casa, y sin embargo él había logrado conquistarla y hacerla suya a lo largo de cinco años.

Sin darme cuenta, mis pensamientos se fueron diluyendo lentamente entre las páginas de mi libro, hasta que al tratar de ver la hora entre el fulgor de la luz que una vela me proporcionaba, percibí su presencia, de pie junto a una pared mirándome fijamente.

—¿Discúlpeme joven, lo asusté?
—De ninguna manera mi señora, sólo me sorprendió ya que no esperaba verla aquí— dije mientras entrecerraba el libro —, ¿qué hace usted levantada a esta hora, espera la misa de gallo?
—De ninguna manera, al contrario de lo que usted piensa, se me hace bastante aburrida y tediosa la ceremonia.
—Pero de qué forma, si es algo que se me antoja podría ser de lo más llamativo para una mujer de su clase.
—Es allí donde se me hace más molesto asistir a tales eventos, siendo yo la nueva mujer del escribano, la mayoría de personas tienden a acercarse a mi por el simple hecho de encontrarme casada con aquel hombre.
—Supongo pues, que debe ser molesto el tener que atender a tantas personas con ciertos intereses ocultos.
—Ciertamente, ¿y qué lo entretiene tanto en medio la noche?
—La violación de Lucrecia
—Fascinante, me encanta Shakespeare, y sobre todo la forma en la que allí precisamente deja ver todo la sensualidad de una mujer y la imposibilidad de un hombre por obtenerla pese a su posición social.
—Por lo que veo es una mujer seducida por la literatura.
—No tanto como quisiera. A pesar de las criadas y toda las comodidades que mi marido me ofrece, es difícil poder dedicar un buen rato a la lectura de aquellos que en verdad me seducen.

La mujer se sentó en un sofá que se encontraba junto al sillón en el que yo estaba y siguió observándome, sin decir una sola palabra. Así que yo continué mi lectura sin embargo perturbado por la presencia de su figura. Al mismo tiempo que iba pasando por las páginas del libro, mi miraba se desviaba de cuando en vez para apreciar su esbelta figura; ella sabía que la observaba y después de un rato, se levantó y se ubicó justo enfrente de mi.
—¿Siempre ha sido así de concentrado en sus lecturas?
—¿Por qué lo dice? — musité yo nervioso mientras la mujer se acercaba un poco más a mi puesto.
—Pues porque es increíble que al ver una mujer como yo, sea capaz de ignorarla y continuar absorto en su libro.
—Discúlpeme si la molesto con mi silencio, pero es más una cuestión de respeto hacia la mujer del señor que me hospeda.
—No tiene usted que disculparse, es normal que a su edad no comprenda ciertas circunstancias que lo rodean.
—Siento ofenderla, pero de veras que no puedo encontrar un tema que pueda ser tratado por un joven que recién llega a este sitio.
—No me refiero a eso, pero mejor cuénteme de usted, ¿tiene alguna amante?

Sonrojado por lo directo de la pregunta, agaché mi rostro como tratando de ocultarme en el libro, que sin darme cuenta había dejado a un lado del sillón. Luego dirigí mi mirada hacia la suya y un súbito estruendo recorrió todo mi cuerpo al ver sus ojos clavados en mi, como si pretendiera adentrarse en lo más profundo de mi alma. Mi mirada, temblorosa y esquiva fue subiendo lentamente desde el libro que ya no podía escudarme, buscando algún punto en el que pudiese huir, no pude evitar fijarme en su busto que ahora se presentaba casi desnudo entre el camisón blanco el cual utilizaba aquella mujer como pijama. Distinto a sus prendas cotidianas, el camisón dejaba entre ver su pecho pálido y oculto entre las sombras de aquella prenda, me sonrojé de nuevo al notar que su mano tocaba mi mentón y sutilmente iba obligando a que mis ojos se posaran en los suyos.

—No se sienta usted intimidado por mi, tan solo pretendo que me cuente algo que entretenga esta noche.
—Bueno, la verdad es que las mujeres no han sido mi mayor pretensión y por ende, nunca he logrado una relación lo suficientemente profunda con ninguna de ellas.
—Así que les teme
—No exactamente
—Entonces no tiene problemas al enfrentarse a una
—De ninguna forma, siempre he creído que son una belleza exótica, cada una de ellas encierra un secreto valioso que sólo los hombres más tenaces son capaces de descubrir.
—¿Se considera usted un hombre tenaz?
—¿Tenaz?
—Si, capaz de enfrentarse a circunstancias poco comunes.
—En verdad sí lo soy
—Entonces no tendría temor alguno en enfrentarse a una mujer como yo, quien se ofrece para que la descubra como tal.

Sumamente sorprendido por las palabras que Remedios pronunciaba y las consecuencias que estas me traerían, decidí levantarme de mi silla. En ese mismo instante me encontraba casi que en la misma premura de Tarquino, sólo que aquí no debía decidir si mancillar el honor de una doncella, más el de un hombre que había decidido recibirme en su hogar.
La mujer con su elegancia siempre presente había comenzado a acariciar mi cabello y como si fuera a decirme un secreto, me lo ponía detrás de la oreja, acercando cada vez más su rostro al mío, entreabriendo de a poco sus labios y mirándome fijamente a los ojos. Su camisón se encontraba ya en el suelo y su desnudez frente a mi seduciéndome, incitándome a cometer aquél sacrilegio que yo tanto anhelaba. Finalmente sentí sus labios seduciendo los míos. Mis manos temblaban y entre la penumbra percibí sus senos firmes de pezones ya erectos, rozando mi pecho en ese instante descubierto por las hábiles maniobras de aquella mujer al desvestirme.
Un golpeteo constante en la puerta me sacó del transe en el que me encontraba, asomado en una ventana observé al señor Molano y mi vecino quienes habían venido por mi para luego dirigirnos a la ceremonia.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Utilidades para tramar


Desde que entré a la universidad me sorprendía de gran manera cómo algunos de mis compañeros -muy leídos y de mayor trayectoria en la academia- eran capaces de citar cada dos o tres frases a personajes completamente célebres y que han sido consolidados por la historia como seres que realmente valen la pena ser revisados.
Lo que más me sorprendía era la forma en la que su memoria les ayudaba para tales efectos. Y es que si uno se lee un ensayo, libro, novela, crítica o lo que sea de un autor y es capaz de recordar completas, dos o tres frases o máximas del texto, que sean aplicables a ciertas discusiones futuras, debo decir que ha de tener una capacidad nemotécnica extraordinaria; sobre todo si estos apuntes son acompañados de referencias tan explícitas como números de página, editorial, ciudad y sobre todo nombre del libro (aunque esto sí es fácil cuando se le tiene a la mano).
Y bueno, resulta que empecé a ejercitarme en dicho acto y luego de unos dos o tres semestres era capaz de recordar que "sólo se que nada se" lo dijo un griego, que "para ser escritor sólo se necesitan dos cosas; tener algo que decir y decirlo" lo dijo Hemingway o de Wilde y que no me acuerdo más porque las otras dos se me escapan en este instante. Que buen ejercicio llevé a cabo, el problema es que a mis honorables maestros de academia, comenzó a molestarles el que no cambiara de citas y que siempre me refiriera a ellos entre parafraseo y peor aún, sin hablar de quién era el que había creado tan magníficas máximas; así que opté por dejar de utilizarlas porque hasta yo estaba aburrido de tener que basarme en alguien más para expresar mis ideas, propias mías de mi mismo y que casualmente ya habían sido pensadas. Pero entonces mis maestros se molestaban porque yo "o estaba plagiando a los grandes autores por no decir que los estaba parafraseando o no había leído a x que ya había dicho lo mismo que yo". Esta bien, mea culpa el no conocer ciertos autores que ya han dicho lo que yo estoy diciendo, pero entonces me asaltó de nuevo una gran inquietud, cuál es el papel de un ensayista que ha de enfrentarse a un tema que ya ha sido tratado anteriormente.
Pues bien, aquí es donde radica mi problema con la academia y es que lo que mal aprendí -eso sí porque así lo quise no porque contara con malos maestros- es que un ensayo bueno es aquel que te cita montones de personas que entre menos hayas leído pero que más conozcas de oído, es mejor; si las relaciones que haces entre los textos allí citados son cada vez más distantes y poco comunes, son otros 10 puntos a tu escrito y por último, que entre más corta sea tu opinión propia original y no afectada por lo que los otros autores ya clásicos y renombrados dicen, es muchísimo mejor.
¿Y bueno, entonces cuál es el valor del ensayo?¿ Una recopilación de información de otras personas -obviamente reconocidas-, hecha para explicar algo como un manual para dummies? Osea, una compilación de citas largas que deben deslumbrar al lector por la capacidad que tiene el ensayista de trasladar oraciones completas, articularlas con otros textos y además explicarle al lector de qué forma esta información es útil para su vida académica. ¿Y el proceso creativo? ¿Eso sólo se puede ver en la conclusión donde se dice si una premisa presentada al inicio es verdadera o falsa?*




*Sobra advertir que este tipo de ensayos a los que me refiero no son ensayos de otro tipo distinto al de las humanidades en donde por más que se quiera no se pueden lograr verdades universales sino afirmaciones con mayor número de fanáticos a favor.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Últimas noticias

La semana pasada estuvo llena de noticias en el mundo entero; el papa visitó Francia, que Ingrid recibió no se que cosa por no se que labor humanitaria, que Chávez le dijo a los gringos Yankees de mierda, en fin, pero ninguna de esas noticias me impactaron tanto como la toma del parque de la 93 por parte de los desplazados y la que me sorprendió mas que nunca, ¡hay sujetos encapuchados en las universidades públicas de nuestro país que alientan a los jóvenes estudiantes a una revolución!

Todas estas noticias son de suma importancia para las personas del mundo y sobre todo de nuestra nación tan afectada por los problemas políticos y sociales, pero ninguna causa tanta conmoción en mi como las dos últimas. Y se preguntarán mis queridos lectores el por qué de la conmoción en este sujeto tan poco interesado en los demás. Pues bien, empecemos por el principio.

1-El pasado martes me encontraba yo en una EPS tratando de conseguir una autorización para una droga que se le había recetado a un familiar y como en el sitio sabían que el trámite era largo pues habían ubicado muy hábilmente un par de televisores en los cuales la gente podía hacer su espera más amena (ironía)* en fin, la historia viene a que mientras terminaba de hacer los trámites necesarios, aparecieron en la pantalla las notas informativas del noticiero RCN en donde anunciaban que desde las 10 de la mañana unos 150 desplazados habían decidido ubicarse en el parque de la 93 protestando para ser escuchados por el gobierno quien, según informaron en el noticiero, no había cumplido con los subsidios que les habían prometido para que pudieran tener unas mejores condiciones de vida. En ese momento pensé que la idea era totalmente descabellada pero funcional, por lo menos harían escándalo y eso también funciona, el problema allí era que las fuerzas militares no podían permitir que una cosa como estas se presentara en la ciudad y menos en uno de los puntos más importantes de ella, tendrían que pedirles muy sutilmente que se desplazaran a otro sitio, y efectivamente así lo hicieron; alrededor de la 1 o 2 de la tarde, la policía había entrado al parque a evacuar a aquellas personas que no podían estar allí. La cuestión no es que lo hicieran si no la forma en la que fue realizada dicha acción.
Es bien sabido por todos los que hemos presenciado pedreas, disturbios y/o eventos en los cuales la policía anti-disturbios haga presencia, que para ellos lo último que importa es el ciudadano, para ellos lo primero es obedecer una orden, y bueno, eso no lo discuto, es su trabajo y hay que hacerlo bien, pero ¿a qué costo? ¿atacando lo que se mueva? ¿echando gases lacrimógenos y perdigones a todo aquello que no tenga su uniforme?
Y bueno, dirán algunos, ¿no ve que la gente esta no quería moverse del parque? Y entonces, pregunto yo en medio de tanta ignorancia política y social ¿cuál es el problema de tener un grupo de desplazados en un sitio protestando? si casi todos los días hay miles en la plaza de Bolívar, edificios de la cruz roja y otros sitios donde piden que se les de alguna solución. ¿Sería porque se establecieron justamente en un sitio que excluye a los que no pertenezcan a la elite de la sociedad bogotana?
Y bueno, ¿al fin que pasó con aquella gente? Lo único que vi de aquella noticia fue una al día siguiente en la que hablaban de unos cuantos arrestos y de un sujeto que los dirigía y que con ello pretendía lucrarse, el cual sería investigado por las autoridades, pero bueno ¿y las exigencias de los desplazados? Habrán sido atendidas pienso yo.

2-Esta misma semana ví por televisión que habían personas que con capuchas cubriéndoles el rostro, se dirigían a estudiantes de varias universidades públicas, en un discurso bastante particular en el que llamaban a los jóvenes a tomar una posición frente a los distintos problemas que enfrenta la universidad pública y en sí la nación; un discurso en el cual se hablaba mal del señor presidente, doctor Alvaro Uribe Vélez, quien durante los últimos seis años ha venido trabajando por nuestro país, un discurso que hablaba de movimientos teñidos de rojo comunista, con tufo a selva y fusil de contrabando, un discurso que hablaba del socialismo, de la revolución y de buscar soluciones a los conflictos de un país.
De por dios, ¿qué es esa mierda? ¿qué es lo novedoso de los videos? ¿que hay encapuchados en las universidades? O lo sorprendente es ver que hay personas dentro de las instituciones que afirman un pensamiento revolucionario, socialista, de izquierda y que aman al Che.
No se que se pretendía con esta noticia, si “dar a conocer a la opinión pública, la realidad de las universidades” o presentar una evidencia de lo idiotas que pueden llegar a ser las personas que a diario ven las noticias y no son capaces de hacer simples conexiones entre una y otra, o acaso ¿a quienes ven cada que en las noticias se transmite una pedrea?
Para mi el socialismo es algo estúpidamente utópico e imposible de realizar en esta época en la que el capitalismo ha consumido el mundo entero y donde no permite que se realice ninguna acción antes que se haya que pagar por ella; pero una cosa es tener un discurso izquierdoso, mamerto y bufandoso y otra muy distinta es llamar a la gente al pensamiento crítico al análisis de la situación y a la toma de posturas frente a lo que les rodea. Uno tiene el derecho a dirigir su pensamiento hacia donde se le de la gana, a criticar lo que se le provoque y a tomar acciones frente a ello, eso sí teniendo en cuenta el tipo de acciones y como estas afectan su ideal de vida en tanto hay un contexto que es mas grande y tiene más poder.
Entonces se convierte en crimen expresar ideas y pensamientos en un país que se declara democrático y de libertad en expresión, a mi me caen mal los capuchos, los que hablan y comen de socialistas cuando no pueden dejar de vivir en el consumismo normal de la época que les tocó. Es cierto, el capitalismo nos come, nos domina y nos divierte, de no ser así ni siquiera podríamos haber perdido el tiempo revisando esta nota que solo y únicamente ha sido posible gracias a ese movimiento que tanto aborrecen algunos.
Cada quien ha de pensar lo que quiera, cada quien ha de tomar las acciones que quiera pero hay que fijarse en el entorno que lo rodea y de la posibilidad que tienen sus ideas de llevarse a cabo. La idea de una vida feliz no es la de ser sumiso y rendirse, es la de proponer los cambios a partir de lo que queremos modificar.

Buena noche.


*por favor, recuerde que la ironía y el sarcasmo son dos cosas distintas, ironía es aquello que parece absurdo que pase debido al contexto en el que sucede, como por ejemplo morir de sed en el mar. Sarcasmo es cuando se expresa algo queriendo decir lo opuesto, por ejemplo:
"Chavez ama a los gringos"

domingo, 31 de agosto de 2008

Uno más de mis ataques de léanme

"Tu y tus ataques ... de Leánme..." escribió Luisa en un comentario de la nota pasada en facebook. "Carajo si tienes razón", le dije un par de días luego mientras habábamos por messenger, si no es para que me lean entonces para qué perder mi tiempo frente a un computador que de seguro no le interesan mis ideas o cualquier otra cuestión que se me ocurra.
La idea de ser escritor es que lo lean, que le critiquen y le digan por qué no debe seguir adelante, o por qué hacerlo aún conociendo todo lo ser escritor significa, cuesta y sobre todo lo poco gratificante que puede llegar a ser; yo no se si llamarme escritor, si lo quiero ser, si vale la pena, pero algo de lo que si estoy seguro es que sea lo que sea que escriba, siempre esperaré que me lean y sobre todo que me digan por qué o por qué no valió la pena leerme.
Así que aqui tienes Fer, uno más de mis ataques de léanme con toda la intención del caso, espere que tengas tu un ataque de leer a Frank y que no te guste y me lo digas y que sea frente a todos, eso también ayuda a escribir.

jueves, 21 de agosto de 2008

Cobardía

Esto cada vez se pone peor, las letras no fluyen como lo hacían antes, ni siquiera las sensaciones de ansiedad que me provocaban el saber que el blog andaba abandonado; escribir no es tan fácil cuando decides comportarte como es debido.
Llevo mucho tiempo sin pegarme una sacudida como debe ser, otro tanto sin perder la conciencia en un bar; nunca me he dado golpes con alguien, excepto una vez en el colegio en la que terminé con un brazo dislocado y el recuerdo que sirve de burla constante cada que alguien me provoca a pelear.
El cambio es inevitable, las cosass vienen de forma que siempre parecen ser las peores. Trato de ver el vaso medio lleno, pero parece que constantemente hay alguien que le quita un poquito más para desocuparlo rápidamente.
Quiero irme de viaje, revolcarme en un motel barato con tres postitutas y emborracharme mientras hago el amor con Ella.
Quiero manejar muy rápido, chocar el auto contra otro y luego coger a golpes al hijueputa que se atraviese en frente.
Quiero dejar de escribir y decidirme a hacer un tipo corriente, pendiente del fútbol, las telenovelas y el baloto.

Pero soy un cobarde.

lunes, 28 de julio de 2008

El demonio y los hombres feos

Yo hago parte de la gente fea, de los que tenemos que valernos de la personalidad para poder conseguir algo de los demás; el problema no es ser feo, el problema es ser hombre. Al menos así seas fea tendrás la oportunidad de valerte con las tetas y el culo, no hay nadie que se resista a un buen jean de esos que levantarían hasta el culo de Teresa Gutierrez y te provocaría meterla entre sus nalgas para luego sacudírla en su espalda; mucho menos a un escote profundo que te haga pensar que ahí podrías terminar de criarte y fantasear un rato como un niño embelesado mientras lo amamantan.
Yo digo que leo y que de vez en cuando escribo, hago bromas pesadas sobre todo lo que representa a un ser humano, hago gala de mis eructos y mis flatulencias son la mejor forma de dejar huella en un sitio. Afirmo que el rock hace de la gente alguien inteligente, que la televisión embrutece pero lo hace de una forma demasiado amena como para vender la mía. Eso pareciera atractivo para algunas mujeres y aún así no puedo lograr meterla donde quiera, supongo que necesito algo más de dinero, un abdómen más marcado, que las camisetas no me vistan sino que me forren el cuerpo; eso es lo que ellas quieren, un par de brazos que sean capaces de atraparlas y hacer que se muevan hace arriba y abajo, un hombre que les muestre que son inferiores y débiles cuando una verga dura y empalmada les penetra las entrañas, pero que las haga sentir como si tuvieran el poder de tu alma, las mujeres son como demonios que te ofrecen el placer en una noche y luego toman tu alma para toda la vida...
al menos mientras consigues un nuevo demonio y haces otro pacto con el...la

viernes, 18 de julio de 2008

¿Y usted, cuánto se demora en darlo?

Ando escribiendo un relato al estilo John Smith (para quien no lo entienda, péguese una pasada por los textos que no son cuentos), y es sobre la cuestión de la fidelidad, el amor y el sexo, esperemos a ver qué sale. Por ahora les dejo esta pregunta:

¿Y usted, cuánto se demora en darlo?

viernes, 4 de julio de 2008

Pura Furia

Otro texto producto de RENATA, pero a este si le esperan muchos cambios. Ustedes dirán qué hay que hacerle.


PURA FURIA
















—La vi y sé que también me vio.
—¿Y cómo sabe eso?
—Pues porque me estaba tomando fotos con una cámara, la tenía enfocada justo en mi rostro.
—¿Y usted que hacia mientras veía?
—Pues nada, escribía esto.
—Que maricada.
— ¿Y maricada por qué? Prefiero escribir antes que ponerme a tomarme fotos en el espejo.
— ¿Y es por eso que escribe sobre si misma como si fuera un diálogo?
—Al fin y al cabo es tan solo un monólogo de una mujer en ropa interior y una cámara contra su espejo.
—¿O es una mujer que dialoga con su imagen y se descubre desnuda mientras se toma fotos?
—Es tan solo una mujer que se ve y se habla, se conciente porque sabe cómo es y lo que su aroma emite, siente rabia porque una cámara no lo puede captar.
—Es tan solo una mujer que es ella, desnuda, en frente de si misma.
—Es una mujer y se ama. Ama su imagen y lo que toda ella es, inmaculada. —Dijeron Furia y Mariana al mismo tiempo mientras el flash rebotaba por toda la habitación.

miércoles, 25 de junio de 2008

Acerca de gustos

Acerca de gustos

Siempre he preferido una buena paja a una mujer inmóvil
Nunca mentiré si digo que la mujer es lo mejor del mundo
Jamás podré decir que he pensado en dejar de ser infiel
Pero la puta culpa me corrompe,
no hay nadie que no merezca ser desilusionado por mi en la cama

La poesía es la mierda que todos quieren hacer porque detestan el horror de la realidad
La música jamás podrá ser algo distinto a la mayor expresión del alma
La televisión es como soñar mientras duermes
No necesitas entender lo que pasa para que lo disfrutes
Un libro no es nada mejor que la peor mierda de alguien que ha vivido mejor que tu
O que por lo menos ha hecho peores cosas en su vida para seguir allí

Llorar nunca será tan difícil como cuando tu madre muera y sepas que no vale la pena
Llorar porque regrese o porque te puedas ir con ella

Cada vez que sienta el amor detrás habrá una perra delante que me hará olvidarlo
El ego es el mejor motor para la desgracia
Siempre que crea que algo este bien hecho es porque he olvidado hacer el resto
Nunca duraré tanto en algo como cuando pensé en meterme de lleno en ello

La muerte no es la única opción, es la mejor
Pero duele mucho llevarla a cabo

Nunca podré desconfiar tanto de alguien como para evitar amarlo

Escribir es tan fácil que el único problema que hay es tener un buen motivo para hacerlo
Por eso los mejores siempre han sido unos bastardos

El problema del mundo es querer entenderse
Nunca me preocupo por nadie, a menos que sea quien paga la cuenta de las cervezas

Jamás trataré de ser como Bukowski
Él fue cartero, yo apenas soy un profesor de inglés de medio tiempo

Jhon Smith 4

Es delgada, alta y con una sonrisa que te perturba todas las entrañas, si te quedas mirándola, sonreirá y te mostrará todos sus dientes, completos, blancos e inmaculados como creados para vencerte en cualquier terreno.
Acércate John, sabes que lo peor que podría pasar es que te ignore o te reconozca.
- es una mierda ver una mujer tan buena y con un perdedor como el que tienes a tu lado tratando de menearla contigo.
-¿acaso tu sabrías menearla mejor?
-tal vez no, pero entonces preferiría invitarte una cerveza incluso hasta un dry martini adularme mientras te aburres y al final mientras levantas los ojos buscando un escape en el techo, te sujetaría fuertemente de la quijada, giraría tu rostro y no importando ni mierda más, te besaría hasta sentir tu mano fría en mi rostro recordarme que aún no eres de nadie y que nunca lo podrás ser.
-ingenioso, pero ese cuento ya me lo echaron, lo leí antes de venir acá.
-entonces ¿que dices si te lo escribo en una servilleta, te lo firmo y dices que te has comido a John Smith
-prefiero ser yo quien te haga pistola y tengas que llegar a casa con la verga empalmada a darle vueltas en el baño para que luego escribas sobre mi y pueda decir que fue la Furia la que no te dejó hacerlo en el piso de un sucio bar.

Y aún sigues aquí pegado, sin tener nada que escribir mientras ella se revuelca con el que tu más odias desde aquel momento.

martes, 24 de junio de 2008

EL TAXISTA

Bueno, como lo prometido es deuda y aunque un poco tarde, aquí está el cuento completo.
La corrección aún se encuenta en proceso...

Un agradecimiento muy especial a Javier Mateus por la ilustración.




El taxista
Frank Jiménez Guerrero


—Pues dejémoslo en cinco Polas por esa vuelta —Dijo él señalando el rostro en los billetes.
—¿Cincuenta? Tiene huevo —Argumentó el tipo mientras le daba la espalda al hombre de uniforme.
—Bueno, entonces me regala el pase, su cédula, el soat y unos daticos que le voy a regalar una cartica. Contestó Ramírez mientras se le iba desvaneciendo una sonrisa en su rostro, sabía que con eso se cuadraba justo para salir en la noche con Janeth; una mujer atormentada que no sabía cómo deshacerse de su marido, un perdedor que le daba duro en la jeta cada que llegaba borracho y oliendo a perfume de puta. Janeth pensaba que si él lo hacía ella también podía, era difícil, nunca había sido infiel, su único novio había sido su marido, pero lo único que le había dejado su eterna relación eran dos hijos, una casa que se sostenía por milagro, deudas en cada tienda del barrio y unas cuantas contusiones. Pero Ramiro la había impactado, galante, en su uniforme verde, como sus ojos que contrastaban con su tono de piel morena, por tanto sol recibido gracias al trabajo de oficina allí en el semáforo, de 7 a 9 y de 4 a 7, justo en horas pico.
—Este si es mucho hijueputa… —musitó Alirio entre dientes luego de revisar su bolsillo y ver que efectivamente eran los cincuenta mil pesos lo único que llevaba consigo. Había quedado de salir con su Catherine, la amiguita que hacía un par de semanas lo traía loco desde que empezó a vender tinto en la primero de mayo ahí frente a las tabernas. El dinero que tenía era lo que le acompañaba después de haberse quedado toda la noche tomando con Andrea, otra amiguita, quien al parecer se encontraba bastante necesitada de plata. La recogió en la noche, se la llevó al Restrepo, bailaron y tomaron aguardiente hasta que Alirio se dio cuenta que la tenía listica para la residencia, pagó el trago, cogió el taxi y la llevó a un par de cuadras del bar donde estaban, ya lo tenía todo perfectamente planeado; bueno, la verdad es que siempre hacía lo mismo y tenía los lugares plenamente marcados en su ruta.
Cuando despertó esa mañana, se dio cuenta que se había gastado doscientos mil pesos, la malparida pensó que andaba con un traqueto y de una vez empezó a pedir sauna y jacuzzi además de aguardiente, según ella porque así se le quitaba tanta pena con don Alirio, que iba a pensar que ella era una mujer fácil y ella no era así, sólo que él le gustaba mucho.

—Le doy veinte y eso que me deja sin nada para llevar a la casa…
—Considéreme, vea que estamos a final de quincena y ya no hay con qué darle ni para las onces a los chinos—interrumpió Ramírez haciendo mofa del discurso que ya se sabía de memoria—vea hermanito, a mi sus problemas no me importan, este es mi trabajo y hoy estoy de buena gente, no le estoy pidiendo es nada así que mas bien páseme la plata o los papeles, se la dejo así, fácil y sin problemas.
Alirio no podía darle toda la plata al oficial de tránsito que lo había detenido por no llevar el cinturón puesto, cosa que nunca hacen en horas pico porque están es buscando gente para joder por pico y placa o los buses que van repletos de gente para el trabajo.
Quedarse sin plata ni pasarle los papeles, eso no se podía, no sólo porque los papeles los había botado esa mañana en la residencia, ni porque se quedara sin un peso para invitar a salir a Catherine, sino porque además tenía que entregar el carro con el tanque lleno a Gilberto, el otro conductor del taxi, quien trabajaba el próximo turno. Ya lo habían hecho antes, Gilberto le prestaba para llenar el tanque y no había problemas, pero esta vez era distinto, Alirio le debía las últimas dos tanqueadas y sabía que si se aparecía con el tanque vacío, su compañero iba a hablar muy seriamente con don Fernando para que mejor le diera la oportunidad a otro que de verdad fuera responsable con el carro.
Fue entonces cuando Alirio se acordó de Martica, la de la panadería, vieja gorda y mofletuda, pero siempre un desvare. Sabía que con prometerle una buena sacudida le iba a prestar los cincuenta.
—Vea señor agente, a mi no me gustan sino las cartas de mi esposa y yo lo veo como con sed, entonces tome —dijo Alirio mientras sacaba la plata del bolsillo y la entregaba dobladita dobladita para que nadie más se diera cuenta— para que vaya y se tome una gaseosita.
—Así esta mejor ¿si ve cómo hablando se solucionan las cosas? Que tenga buen día y por favor, abróchese el cinturón, vea que eso le puede salvar la vida.
Alirio se metió como pudo dentro del carro, los resortes de la silla vieja crujieron mientras él trataba de acomodar toda su ostentosa humanidad dentro del vehículo. Sacó el cinturón de su lado izquierdo, lo estiró hasta que se le acabó la correa y se dio cuenta que no le alcanzaba a cerrar, su panza prominente fruto de la “buena vida” se lo impedía. Puso en marcha el vehículo y salió pensando cómo recuperar la plata sin tener que pasar por el cuerpo seboso de Marta.

Anduvo así por cerca de una hora. Mientras pensaba cómo recuperar el dinero cruzó tres semáforos en rojo, cerró a cinco carros más, dos motos y estuvo a punto de subirse a un andén que había olvidado por estar pendiente de dos mujeres que esperaban el bus en un paradero.
No encontró otra salida y antes de ir a entregar el taxi paró en la panadería con la excusa de comprar lo del desayuno, recordó que aún le quedaban cinco mil pesos de la última carrera que había hecho antes de que lo parara el policía.
Bajó del taxi y recorrió los estantes con la mirada, como sí allí pudiera encontrar lo que estaba buscando.
—Don Alirio ¿y ese milagrazo? Yo pensé que ya se había olvidado de los pobres.
—No doña Martica, ¿cómo se le ocurre que me voy a olvidar de ese par de luceros que tiene de ojitos?, lo que pasa es que ahora estoy trabajando el carro por las noches y usted entenderá que uno llega muy cansado de tanto trajín y lo único que quiere es encontrar una cama y echarse a dormir.
—Me imagino… y bueno, ¿como para qué soy buena?
—Sumercé linda para muchas cosas —dijo Alirio mientras metía el dedo en uno de los roscones que se exhibían sobre el mostrador.
—Ay! Véalo tan coqueto
—Martica, regáleme mil de pan, cinco huevos y una bolsita de leche.
—Le cuento que el pan está a doscientos… la harina subió y pues no me tocó más que subirle también al pan, porque ya no se pueden hacer más pequeños.
—Uy, no me diga eso que ahí si me espanta.
—Ah pero ¿sabe qué Alirio? Por ser usted, hoy se lo dejo a cien, para que siga viniendo por acá que usted sabe que se le atiende bien.
—Así me gusta doña Marta. ¿Y qué mas, cómo me la trata la vida?
—Pues ahí vamos, sobreviviendo. —Contestó Marta mientras iba empacando los panes en una bolsa de plástico. Su escote profundo, dejaba ver un par de senos viejos y gastados por los años, las arrugas que se marcaban en el medio de ellos, revelaban sus largos años de andanzas, dos matrimonios, tres hijos y toda una vida de esfuerzo por mantenerse allí, viva.
—¿Y cuando nos vamos a tomar alguito?
—Pues no más es que usted diga y salimos un ratico, claro que ultimamente ando sin un peso y encima me tocó pasarle lo de la tanqueada del carro a un hijueputa tombo para que no me pusiera un parte.
—Ay tan bobo Alirio, si usted sabe que eso no es problema.
—¿Cómo que no Martica? Si usted sabe que cualquier salidita es un montón de plata, porque eso sí, a mi me gusta ir a buenos sitios. —respondió Alirio conociendo muy bien de antemano la respuesta de doña Marta.
—Ah pero eso no es problema, yo lo invito.
—No señora, a mi me da mucha pena con usted, que tal, dirá que soy un aprovechado y eso a mi no me gusta.
—Bueno, entonces yo le presto y salimos esta noche, pero que sea esta noche.
— ¿Uy... esta noche? Eso está como jodido porque me toca trabajar duro para levantar los cincuenta de la tanqueada.
—Ay y déle con el cuento de la plata, vea ahí está, págueme el pan y yo le presto los cincuenta mil pesos esos que le hacen falta.
—No no no, ahí si es que me da mucha más pena.
—Ay, déjese de pendejadas Alirio, yo se los doy y usted me los paga cuando pueda. —Mientras decía esto, doña Marta buscaba entre sus pechos el monedero de cuero descolorido y manchado que guardaba celosamente con los billetes, extendió tres de ellos y los metió en el bolsillo de la camisa de Alirio, quien fingiendo no querer el dinero, se echó lentamente hacia atrás, dejando ver que no quería el dinero pero moviéndose lo suficientemente lento para que los billetes apestando a perfume barato y harina de trigo entraran en el bolsillo.
—Ay no Martica, usted cómo es conmigo, estas penas que me hace pasar, en serio que si no fuera porque de verdad necesito la plata no se la aceptaba, pero ya ve que la necesidad tiene cara de perro.
—No se preocupe Alirio, mas bien dígame, ¿a qué hora nos vemos?
—Ay Martica, pues ahí si usted dirá a qué hora quiere que la recoja.
—No no no, pero aquí en la panadería no, mejor nos vemos ahí cerquita del centro comercial, ¿a las ocho está bien?
—¿En la puerta de siempre entonces?—dijo Alirio mientras afirmaba con la cabeza.
—Si señor, ay como tiene presente lo que me gusta. Esos son los detalles que enamoran.
—Pero es que con usted siempre me pasan unas cosas que mejor dicho, se me quedan ahí grabadas para siempre.
—Ah pero es por lo bueno ¿no? Bueno, yo lo dejo porque ya llegó más gente y tengo que seguir atendiendo, no me vaya a quedar mal.
—Ni de riesgos Martica. Nos vemos esta noche entonces.
Mientras decía esto, Alirio sonreía y caminaba hacia su carro, sabiendo que ya había solucionado un problema, sólo le quedaba solucionar otro, ¿cómo decirle a la Catherine que después de tanta insistencia, no podría salir con ella? Además de ser un desplante tremendo para la vendedora de tintos, estaría perdiendo una oportunidad con ella, aunque si era inteligente hasta podría salir con las dos esa misma noche, sólo era cuestión de elaborar un buen plan.
Alirio llegó a su casa contento, llevaba lo del desayuno, había conseguido lo de la gasolina y tenía plan para esa noche, no era justamente lo que había planeado para ese día, pero no habían mas opciones, hizo el desayuno y atendió a su mujer, luego se acostó a dormir y a medio día fue al colegio por los niños. Después de quejarse por el descuido de su mujer por no tener todo perfectamente limpio y arreglado se acostó a dormir pensando en que al levantarse quería encontrar todo perfectamente en su puesto, de lo contrario Janeth conocería nuevamente sus golpes.
El día parecía ir bien para Alirio y para Janeth, su esposa, quien a medio día recibía una llamada a su celular, Ramiro había decidido invitarla esa noche a la primero de mayo a bailar y luego mirarían que hacían, de pronto ir a comer.
Gilberto llegó a las nueve en punto como siempre a entregar el taxi, se quejó de nuevo porque Alirio había quedado de lavar el carro y no lo había hecho, la verdad es que Gilberto ya estaba cansado de la falta de responsabilidad de Alirio, pero no decía nada a su jefe, sabía que él prefería a Alirio y que siempre terminaba disculpándolo de alguna forma.
Alirio cogió las llaves del carro haciendo oídos sordos a las quejas de su compañero. Se despidió de sus hijos, su mujer y salió a verse primero con Catherine, tenía que inventar algo rápidamente para evitar que se disgustara por el desplante. No encontró nada mejor que decirle que había unos tipos que lo habían contratado toda la noche, pero que con la plata que se iba a hacer podría invitarla a un mejor sitio. Catherine no pudo más que reírse de la excusa tan poco creativa del sujeto, quien ni siquiera le agradaba, pero la ayudaría prestándole una plata que necesitaba para un aborto, tenía dos meses de embarazo y a sus 19 años y viviendo sola no podía costearse un embarazo, mucho menos si el papá del bebé se enteraba y dejaba de darle plata para que pagara el arriendo, él no quería hijos y se lo había dejado claro desde la primer vez que la tuvo en la cama.
Alirio se tomó un tinto, cargado y negro como la noche que le esperaba.

Encendió el motor del taxi y se dirigió al sitio donde había de verse con doña Marta. Al llegar la vio de pie junto a una columna, se dio cuenta de lo corto de su estatura, recorrió su disfraz de mujer bella, una falda en jean con manchas de desgaste y pequeñas piedritas plásticas que la hacían brillar con las luces de los carros que por allí pasaban, de la falda salía un body negro de tela casi transparente, marcaba su forma abultada y apretaba de forma casi asfixiante su pecho hasta hacerlo asomar entre el escote profundo.
Se asomó un poco y empezó a pitarle, ella reconoció de inmediato el carro y se fue corriendo hacia allí. Lo saludó y entró en el taxi mientras trataba de sentarse teniendo la falda para que no se subiera mucho.
—Que más Martica, ¿llevaba mucho esperándome?
—Pues mas o menos, ¿usted si es como incumplido no?
—Ay Martica es que me salió una carrerita allí cerquita y quería aprovechar para no andar sin plata, es que…
—Ay no Alirio, no vaya a comenzar que ya le dije que la plata es lo de menos. Más bien dígame para donde es que vamos.
—Pues si quiere vamos y nos tomamos unos aguardienticos y después miramos.
—¿Cómo así que después miramos? ¿Ay Alirio usted que me quiere hacer?
—Ja ja ja — se reía a carcajadas Alirio mientras iba conduciendo hacia el mismo sitio donde había estado la noche anterior. Era su favorito, no lo conocía nadie, era barato. Ponían boleros, su música favorita y quedaba cerca de las residencias donde acostumbraba terminar la noche.

Llegaron al sitio, un bar oscuro y cubierto en el techo por una nube constante de humo que no se disipaba a pesar de los grandes ventanales que lo rodeaban. La música salía estruendosamente por las gigantes torres del salón ubicadas estratégicamente alrededor de una pista de baile de baldosas que quedaba frente a una gigantesca pared de espejos donde las parejas se miraban mientras bailaban. Alirio y Marta bailaron toda la noche, bebían, conversaban y bailaban embelesados con el ritmo de canciones viejas que hablaban del amor y sus tragedias.
Algo extraño sucedió cuando de los potentes parlantes se escuchó un viejo bolero.
—Ayer yo visité, la cárcel de sing sing... uy Martica, venga bailamos ese disco que me fascina, a usted no le gusta?
—Claro Al… Ali… papacito, lo que usted quiera— respondió doña Marta mientras trataba de levantarse de su silla, el alcohol ya había hecho su efecto y la mujer tambaleaba entre los brazos de aquel hombre robusto que con gran pasión murmuraba la canción.
—Uy es que no más escuche este pedazo, es mi favorito: yo tuve que matar a un ser que quise amar / aunque aún estando muerta yo la quiero / al verla con su amante a los dos los maté / por culpa de esa infame moriré… ¿se imagina Martica?
—¿Qué?
—Pues encontrar a mi mujer con otro, ahí si es que la mato.
—Tan descarado Alirio, ¿que tal que su mujer lo viera en estas? ¿qué cree que haría ella con usted?
—Ah no, pero es que ella no tiene por qué enterarse, ella está dedicada a la casa y no hace más, por eso es que siempre la tengo bien ocupadita para que no salga y se entretenga por ahí con otros.
Al decir esto, Marta se vio reflejada en los espejos que desfiguraba su rostro y alcanzó a derramar un par de lágrimas. Había recordado a su difunto esposo quien le era infiel, mientras a ella lo único que le importaba, aún sabiendo que estaba siendo engañada, era que volviera todas las noches a la casa, se levantara temprano para hacer el pan y así tener una familia completa para sus hijos. Ahora no le importaba nada, ya no tenía que estar pendiente de sus hijos, ellos ya eran grandes y vivían con sus esposas, estaba sola en la panadería junto a un hornero que había contratado desde que su esposo había muerto para tener quién siguiera haciendo el pan y no perder el negocio.

Eran cerca de las tres de la mañana cuando las luces del local se encendieron anunciando su cierre. Alirio y Marta salieron tambaleándose del lugar, llegaron al taxi, subieron en él como pudieron, Alirio encendió el auto y comenzó a maniobrar mientras la mujer iba buscando los genitales del hombre que parecían esconderse debajo de su gran panza.
—Venga papacito yo si le enseño para qué sirve todo eso que mi Dios le dio.
—Martica, espere espere que estoy conduciendo, usted está muy tomada, mejor yo la llevo para la casa— Dijo Alirio tratando de evadir a la mujer que en vez de excitarlo le provocaba cada vez más asco.
—No papacito, usted me tiene que pagar todo lo que nos gastamos esta noche, así que camine ahí donde me llevó la vez pasada que tienen piscina y cuarto caliente.
—No Martica, en serio que no tengo plata para eso y ya me da pena que usted siga gastando.
—¿Ah pero es que este hijueputa si no entiende que lo que quiero es comérmelo?—profirió la mujer mientras agarraba fuertemente el muslo del conductor, como si con esto evitara que el hombre renunciara a sus intenciones.

Mientras esto ocurría y Alirio trataba de safarse de la mujer, Janeth salía de otro bar con Ramiro, tomaron un taxi. Apenas subieron, Janeth se sintió incómoda, recordó a su esposo y a sus hijos que había dejado cuidando con su hermana. Si don Alirio se enterara si quiera que ella había salido, le propinaría una golpiza tal que no podría volver a salir por lo menos en dos semanas; como la vez en que llegó borracho y al ver que ella no estaba en casa a las 10 de la mañana para tenerle listo el desayuno, la esperó sentado frente a la puerta en el sofá viejo que tienen para recibir visitas en la sala. Apenas la vio llegar no quiso escuchar excusas y le sentó un puñetazo en el rostro, Janeth había caído y ahí en el piso le gritaba a Alirio que lleno de alcohol y furia le había sentado dos fuertes patadas en el estómago, ella quedó tendida y después de un rato se levantó como pudo, se acercó a la cama donde el hombre aparentemente dormía, se acercó y muy suave le dijo al oído: “esta es la última vez que me jode la vida, malparido”. Alirio pareció no escucharla, mientras tanto ella regresó a la sala, organizó el desastre, fue a la cocina, hizo el almuerzo y siguió como pudo con su día. Esa había sido la última vez que ella iba a permitir que esto ocurriera, se defendería como fuera, no sólo se lo había dicho a su esposo en la cama, se lo había dicho a sí misma, lo había grabado en su mente para siempre.

Entraron a una residencia, pidieron una habitación con jacuzzi. Adentro se desvistieron, Janeth estaba maravillada con su hombre, por fin, luego de diez años podría sentir la verdadera pasión de un hombre.
Alirio estaba borracho, luego de diez minutos de intensa succión, había terminado en la boca de Marta, unos gritos en la habitación de al lado lo habían perturbado y excitado al punto de recordar a su mujer cuando apenas se habían conocido y él la amaba noches enteras mientras ella expresaba todos sus orgasmos con gritos desesperados de placer, la mujer asqueada y de rodillas había escupido todo. Alirio necesitaba algo que lo siguiera empujando a estar con la mujer, tomó el teléfono de la habitación, llamó a recepción y pidió más aguardiente.
Mientras tanto, Ramiro hacía enloquecer a la mujer que sabía estaba prestada por esa noche, no tendría más que una noche con ella y le brindó todo lo que tenía su cuerpo. Ella extasiada gemía y clavaba sus uñas en la espalda del hombre, cada vez más y más fuerte hasta hacerlo sangrar, no podía parar de hacerlo, mientras él empujaba fuertemente sus caderas, hasta donde su pelvis se lo permitía, tan profundamente que Janeth empezó a gemir cada vez más duro hasta que los gemidos se fueron convirtiendo en gritos, sentía que la estaban desgarrando por dentro, como si la quemaran mientras iban destrozando su interior; pero ella lo disfrutaba, exigía más y más de aquel hombre que parecía entregarse a una diosa. La mujer comenzó a chillar y gritar tan fuerte que unos fuertes golpes en la puerta los interrumpieron.
Rieron, y Janeth logró controlarse un rato mientras que Ramiro retomaba el ritmo y volvía a poseerla con toda su fuerza.
Alirio regresó al cuarto.

—Creo que ya van a dejar la gritadera.
—Pero usted no deja que la gente sea feliz, déjelos, qué le importa.
—Bueno, tiene razón, no importa, mejor venga para acá y sigamos en lo que estábamos.

La mujer descansaba abrazada por el hombre, bañados ambos en sudor, se daban besos mientras él acariciaba su pelo y ella pasaba sus manos por su espalda como tratando de sanar las heridas que había causado hacía un rato. Hablaron por más de media hora, se imaginaron viviendo juntos, como una familia perfecta, en una casa grande mientras él jugaba con los hijos de otro que nunca los había apreciado.

Alirio había retomado su energía y ahora era él quien hacía gemir a la mujer de la panadería, ella fingía, no podía sentir más que las miserias y las sobras de un pobre tipo que sabía se acostaba con ella para poder solucionar sus deudas. A Marta no le interesaba el motivo, solo el resultado y sabía que de ella dependía poder tratar de sacar algo de aquel hombre.

Esta vez Janeth se aferraba al espaldar de la cama, el hombre la tenía cogida de las caderas mientras se balanceaba hacia delante y hacia atrás cada vez más fuerte con golpes secos y marcados por gemidos. Janeth masajeaba sus senos, comenzó a gritar suavemente y el hombre tratando de acallarla puso su mano en la boca de la mujer, ella empezó a succionar los dedos gruesos hasta que no aguantó más la excitación y tumbó su rostro sobre la almohada comenzando a gritar de nuevo, esta vez no habría forma de callarla.

Alirio dio dos golpes secos y extendidos mientras terminaba de eyacular sobre la espalda de la mujer. Sacudió su miembro que aún seguía goteando. Se bajó de la cama, tomó su pantalón, se vistió y se acomodó en sus zapatos, salió de la habitación, caminó unos cuantos metros hasta la puerta del lado.

—Hijueputas, ¿es que no van a dejar la gritería o qué? —Gritó Alirio mientras daba fuertes golpes con su mano cerrada.
Adentro los gritos seguían mientras afuera, Alirio se desesperaba cada vez más.
Siguió golpeando fuertemente, pero los gritos no cesaban, y el hombre se iba envenenando cada vez más por la ira.
Marta salió de la habitación y trató de convencer a Alirio para que regresara con ella, él no quiso hacer caso y esta vez empezó a patear la puerta.

Ramiro estaba apunto de terminar, sabía que a Janeth le faltaba poco. Los golpes en la puerta le excitaban más, sabía que tenía poder, giró el rostro hacia la mesa de noche donde había dejado su arma de dotación, un revólver calibre 45 que cargaba así no estuviera de servicio.
De pronto un fuerte golpe en la puerta llamó su atención, un hombre gordo entraba, su rostro le era familiar pero no lograba recordarlo exactamente.

—Esta es mucha perra— Gritó Alirio mientras corría hacia la pareja tendida en la cama.

Janeth detuvo sus movimientos, lanzó un último grito, apartó al hombre que se tendía sobre su espalda, miró al sujeto que venía hacia ella con el rostro completamente rojo y sus pantalones colgando debajo de su barriga. Giró rápidamente hacia su derecha tomando el revolver en sus manos, lo levantó y descargó completamente el revólver en el hombre.

—Hijueputa, le dije, era la ultima vez que me jodía la vida, malparido.


jueves, 5 de junio de 2008

Un pequeño abrebocas.

Como habrán notado quienes han leído las notas del blog, hace un buen tiempo vengo hablando de un cuento en el cual iba trabajando; pues bien mis queridos compañeros, colegas, amigos y similares, el texto ya está terminado y quería compartirlo con ustedes. Sin embargo, no quiero quitar la magia de un texto nuevo a la gente de RENATA, ya que este sábado voy a presentarles “El Taxista”, en un suculento banquillo -o banquete para su espíritu crítico- que será ofrecido por mi persona y mi personaje.
Sin más palabras he aquí el inicio del texto, que presentaré completo luego de las correspondientes correcciones que surjan del sábado.

Abrazos.

El taxista

Frank Jiménez Guerrero


—Pues dejémoslo en cinco Polas por esa vuelta —Dijo él señalando el rostro en los billetes.

—¿Cincuenta? Tiene huevo —Argumentó el tipo mientras le daba la espalda al hombre de uniforme.

—Bueno, entonces me regala el pase, su cédula, el soat y unos daticos que le voy a regalar una cartica. Contestó Ramírez mientras se le iba desvaneciendo una sonrisa en su rostro, sabía que con eso se cuadraba justo para salir en la noche con Janeth; una mujer atormentada que no sabía cómo deshacerse de su marido, un perdedor que le daba duro en la jeta cada que llegaba borracho y oliendo a perfume de puta. Janeth pensaba que si él lo hacía ella también podía, era difícil, nunca había sido infiel, su único novio había sido su marido, pero lo único que le había dejado su eterna relación eran dos hijos, una casa que se sostenía por milagro, deudas en cada tienda del barrio y unas cuantas contusiones. Pero Ramiro la había impactado, galante, en su uniforme verde, como sus ojos que contrastaban con su tono de piel morena, por tanto sol recibido gracias al trabajo de oficina allí en el semáforo, de 7 a 9 y de 4 a 7, justo en horas pico.

—Este si es mucho hijueputa… —musitó Alirio entre dientes luego de revisar su bolsillo y ver que efectivamente eran los cincuenta mil pesos lo único que llevaba consigo. Había quedado de salir con su Catherine, la amiguita que hacía un par de semanas lo traía loco desde que empezó a vender tinto en la primero de mayo ahí frente a las tabernas. El dinero que tenía era lo que le acompañaba después de haberse quedado toda la noche tomando con Andrea, otra amiguita, quien al parecer se encontraba bastante necesitada de plata. La recogió en la noche, se la llevó al Restrepo, bailaron y tomaron aguardiente hasta que Alirio se dio cuenta que la tenía listica para la residencia, pagó el trago, cogió el taxi y la llevó a un par de cuadras del bar donde estaban, ya lo tenía todo perfectamente planeado; bueno, la verdad es que siempre hacía lo mismo y tenía los lugares plenamente marcados en su ruta.

Cuando despertó esa mañana, se dio cuenta que se había gastado doscientos mil pesos, la malparida pensó que andaba con un traqueto y de una vez empezó a pedir sauna y jacuzzi además de aguardiente, según ella porque así se le quitaba tanta pena con don Alirio, que iba a pensar que ella era una mujer fácil y ella no era así, sólo que él le gustaba mucho.

—Le doy veinte y eso que me deja sin nada para llevar a la casa…

—Considéreme, vea que estamos a final de quincena y ya no hay con qué darle ni para las onces a los chinos—interrumpió Ramírez haciendo mofa del discurso que ya se sabía de memoria—vea hermanito, a mi sus problemas no me importan, este es mi trabajo y hoy estoy de buena gente, no le estoy pidiendo es nada así que mas bien páseme la plata o los papeles, se la dejo así, fácil y sin problemas.

Alirio no podía darle toda la plata al oficial de tránsito que lo había detenido por no llevar el cinturón puesto, cosa que nunca hacen en horas pico porque están es buscando gente para joder por pico y placa o los buses que van repletos de gente para el trabajo.

Quedarse sin plata ni pasarle los papeles, eso no se podía, no sólo porque los papeles los había botado esa mañana en la residencia, ni porque se quedara sin un peso para invitar a salir a Catherine, sino porque además tenía que entregar el carro con el tanque lleno a Gilberto, el otro conductor del taxi, quien trabajaba el próximo turno. Ya lo habían hecho antes, Gilberto le prestaba para llenar el tanque y no había problemas, pero esta vez era distinto, Alirio le debía las últimas dos tanqueadas y sabía que si se aparecía con el tanque vacío, su compañero iba a hablar muy seriamente con don Fernando para que mejor le diera la oportunidad a otro que de verdad fuera responsable con el carro.

Fue entonces cuando Alirio se acordó de Martica, la de la panadería, vieja gorda y mofletuda, pero siempre un desvare. Sabía que con prometerle una buena sacudida le iba a prestar los cincuenta.

—Vea señor agente, a mi no me gustan sino las cartas de mi esposa y yo lo veo como con sed, entonces tome —dijo Alirio mientras sacaba la plata del bolsillo y la entregaba dobladita dobladita para que nadie más se diera cuenta— para que vaya y se tome una gaseosita.

—Así esta mejor ¿si ve cómo hablando se solucionan las cosas? Que tenga buen día y por favor, abróchese el cinturón, vea que eso le puede salvar la vida.

Alirio se metió como pudo dentro del carro, los resortes de la silla vieja crujieron mientras él trataba de acomodar toda su ostentosa humanidad dentro del vehículo. Sacó el cinturón de su lado izquierdo, lo estiró hasta que se le acabó la correa y se dio cuenta que no le alcanzaba a cerrar, su panza prominente fruto de la “buena vida” se lo impedía. Puso en marcha el vehículo y salió pensando cómo recuperar la plata sin tener que pasar por el cuerpo seboso de Marta.

Anduvo así por cerca de una hora. Mientras pensaba cómo recuperar el dinero cruzó tres semáforos en rojo, cerró a cinco carros más, dos motos y estuvo a punto subirse a un andén que había olvidado por estar pendiente de dos mujeres que esperaban el bus en un paradero.

No encontró otra salida y antes de ir a entregar el taxi paró en la panadería con la excusa de comprar lo del desayuno, recordó que aún le quedaban cinco mil pesos de la última carrera que había hecho antes de que lo parara el policía.

Bajó del taxi y recorrió los estantes con la mirada, como sí allí pudiera encontrar lo que estaba buscando.

—Don Alirio ¿y ese milagrazo? Yo pensé que ya se había olvidado de los pobres.

—No doña Martica, ¿cómo se le ocurre que me voy a olvidar de ese par de luceros que tiene de ojitos?, lo que pasa es que ahora estoy trabajando el carro por las noches y usted entenderá que uno llega muy cansado de tanto trajín y lo único que quiere es encontrar una cama y hecharse a dormir.

—Me imagino… y bueno, ¿como para qué soy buena?

—Sumercé linda para muchas cosas —dijo Alirio mientras metía el dedo en uno de los roscones que se exhibían sobre el mostrador.

—Ay! Véalo tan coqueto

—Martica, regáleme mil de pan, cinco huevos y una bolsita de leche.

—Le cuento que el pan está a doscientos… la harina subió y pues no me tocó más que subirle también al pan, porque ya no se pueden hacer más pequeños.

—Uy, no me diga eso que ahí si me espanta.

—Ah pero ¿sabe qué Alirio? Por ser usted, hoy se lo dejo a cien, para que siga viniendo por acá que usted sabe que se le atiende bien.

—Así me gusta doña Marta. ¿Y qué mas, cómo me la trata la vida?

—Pues ahí vamos, sobreviviendo. —Contestó Marta mientras iba empacando los panes en una bolsa de plástico. Su escote profundo, dejaba ver un par de senos viejos y gastados por los años, las arrugas que se marcaban en el medio de ellos, revelaban sus largos años de andanzas, dos matrimonios, tres hijos y toda una vida de esfuerzo por mantenerse allí, viva.

—¿Y cuando nos vamos a tomar alguito?

—Pues no más es que usted diga y salimos un ratico, claro que ultimamente ando sin un peso y encima me tocó pasarle lo de la tanqueada del carro a un hijueputa tombo para que no me pusiera un parte.

—Ay tan bobo Alirio, si usted sabe que eso no es problema.

—¿Cómo que no Martica? Si usted sabe que cualquier salidita es un montón de plata, porque eso sí, a mi me gusta ir a buenos sitios. —respondió Alirio conociendo muy bien de antemano la respuesta de doña Marta.

—Ah pero eso no es problema, yo lo invito.

—No señora, a mi me da mucha pena con usted, que tal, dirá que soy un aprovechado y eso a mi no me gusta.

—Bueno, entonces yo le presto y salimos esta noche, pero que sea esta noche.

— ¿Uy... esta noche? Eso está como jodido porque me toca trabajar duro para levantar los cincuenta de la tanqueada.

—Ay y déle con el cuento de la plata, vea ahí está, págueme el pan y yo le presto los cincuenta mil pesos esos que le hacen falta.

—No no no, ahí si es que me da mucha más pena.

—Ay, déjese de pendejadas Alirio, yo se los doy y usted me los paga cuando pueda. —Mientras decía esto, doña Marta buscaba entre sus pechos el monedero de cuero descolorido y manchado que guardaba celosamente con los billetes, extendió tres de ellos y los metió en el bolsillo de la camisa de Alirio, quien fingiendo no querer el dinero, se echó lentamente hacia atrás, dejando ver que no quería el dinero pero moviéndose lo suficientemente lento para que los billetes apestando a perfume barato y harina de trigo entraran en el bolsillo.

—Ay no Martica, usted cómo es conmigo, estas penas que me hace pasar, en serio que si no fuera porque de verdad necesito la plata no se la aceptaba, pero ya ve que la necesidad tiene cara de perro.



Continuará...


viernes, 30 de mayo de 2008

Carta

Son casi la una de la mañana, ando escribiendo y un comentario de una amiga me dejó preocupado. Tiene razon en que hacen falta más cositas o por lo menos una mayor frecuencia en el blog, así que aquí dejo un texto que escribí hace ya buen tiempo, está sin editar.

Como siempre espero sus comentarios.

Abrazos.



CARTA


Hoy descubrí que ya me se mover en el mundo de la forma más cómoda y que todos conocen. Hoy desperté y me di cuenta que el mundo era sencillo; no somos mas que una bola de carne y huesos esperando morir, algunos, afortunadamente aceleramos el proceso con el amor, el cigarrillo y el vino barato. No digo que sea bueno, pero reconforta y le da cierto carácter de adrenalina y de fuerza constante a la vida –o al menos te deja ver que aún no estas muerto-.

No somos como esos malditos mierdas que viven su vida dependientes de su estado físico, sabiendo que en cualquier momento nuestros careculos puedan matarlos. Si, careculos o sea, los que aceleramos el proceso, vamos borrachos en un auto, bajando por una calle a media noche, bordeando los límites de la vida con una mujer que recién conocimos en un bar, sentada junto a la barra bebiendo su martini, esa que ahora va, chupando mi miembro frágil y encorvado, pendiente de todo menos de una erección. Pero bueno, a mi no me interesa, yo solo quiero llegar a casa, oler algo de nieve y luego sí, titármela. Pero mierda, la maldita perra esta se empieza a quejar, exige al miembro flácido que se ponga en posición, ella requiere lo suyo, yo había prometido dárselo, pero él, es como un individuo aparte, no lo controlo, cuando él quiere lo hace, cuando no… lo siento nena, no eres tú, es él, no quiere, yo pretendo, pero no puedo. Ella con una serie de quejas y exigencias me desconcentra, dejo de mirar la carretera un momento para tratar de explicarle la diferencia entre él y yo, pero esta puta ciudad llena de cráteres me reclama lo suyo, me presenta un gran amigo, un hueco que parecería el gran cañón me hace perder el control del auto, mientras ella, maldita perra, cae profundo en una bocanada de succión hasta clavar sus dientes blancos y pulidos en la base del problema. El dolor es increíblemente fuerte, imposible de controlar, como el vehículo que empieza a dar giros alrededor de la calle, y de repente allí estas tu, si tú mi querido lector desprevenido, con tu traje de trabajo, tu dinero contado para el mercado, los servicios, los niños, las putas, el trago, la rumba, los cigarrillos, la ropa, los accesorios, la música pirata que te ofrecen en el semáforo, las malas películas que compras en la calle, las propinas en los restaurantes, la cuota del carro, la de la lavadora, el crédito en el banco, los niños de nuevo, la mujer, la moza y las "amiguitas" que tanto disfrutas cuando estas aburrido. Lo siento mi apreciado amigo, pero vale más la vida de mi verga que tu inmunda existencia llena de problemas y conflictos que nunca llegarás a solucionar; así que no tengo la culpa, no he podido hacer más que tratar de arrollarte de forma que no te duela mucho o que al menos quedes paralítico. Lo siento, he fallado.

Por eso dejo esta carta papá, para que sepas que aún sin quererlo y después de mucho haberlo deseado choqué en el carro, pero no está mi muerte causada por el sentimiento de culpa al haberlo abollado, ni siquiera por haber sido yo quien terminara con tu vida mientras esperabas el bus. Sino por haber descubierto que todo esto es una mierda de vida, que ya cansado de tanto alcohol y putas no he tenido más que tres cuentos mal escritos, seis mujeres que han visto muertas sus ilusiones por mis defraudadas relaciones, un perro que me ha mordido cinco veces, una madre que se acuesta con tu hermano y sobre todo por haber perdido mi maldito dinero con la puta que se fue y me dejó tirado sin mas amor que una herida en la pelvis y unos cuantos litros de cerveza en la sangre.

lunes, 19 de mayo de 2008

La puta

Hace días había estado dándole vueltas a un problema que me da duro, una situación que me desespera pero que poco a poco he aprendido a manejar y a sobre llevar de manera amable o eso creo, porque hay veces que en serio logra preocuparme y he llegado a desesperarme.
El problema es el siguiente: la inspiración.

Si se dieron cuenta, llevo más de una semana sin publicar nada nuevo en el blog, he estado completamente alejado del computador para escribir y de los libros ni se diga, he dejado de leer y no hay poder que logre motivarme a retomar la lectura de lo que tengo sobre el escritorio. Quiero terminarlos todos, devorármelos y seguir con los demás, pero no me animo, no se da lo necesario para que lo haga.

Como la semana pasada no había podido (querido) escribir, pues tampoco había querido (podido) leer. Había empezado un cuento que me tiene bastante entusiasmado, la verdad lo veo muy bien, pero por una extraña razón, cuando quise continuarlo, no pude, sencillamente no habían ideas, las cosas no fluían y el texto se cerraba frente a mí, como una muralla impenetrable, mi cuentico se negaba a dejarse manejar.

A lo largo de esta semana estuve pensando muchas cosas y sobre todo en el cuento, en cómo darle la vuelta, qué mas hacerle, cómo darle el toque que lo vuelva bonito o "medianamente aceptable" pero no salía nada, me acordé entonces de la puta y me di cuenta que no estaba allí, que era ella lo que me hacía falta.

La puta es una amiga que tengo desde hace tiempos, es de quien saco mis historias, la que me ayuda a escribir y me da más ideas. Es la puta porque es una ingrata, no le interesa nada sino hacerme creer que me produce placer, que con ella soy un dios en lo que hago, que sin ella no puedo vivir y que todos los momentos con ella son mágicos, pero luego se va, me deja aquí tirado y navegando entre extraños con historias que no me interesan porque sencillamente no puedo entender. Así que la puta también puede ser cualquiera, aquel que se deja robar una historia o el que me la ofrece y yo la desbarato; pero eso sí, la puta jamás será una mujer que se acueste conmigo, porque no hay nada mas doloroso que quedarse sin mujer y sin inspiración, aunque una cosa lleve a la otra y viceversa.




Afortunadamente la puta está por estos lados nuevamente, espero que se quede por un buen tiempo, aunque no tengo mucha plata para darle.

viernes, 9 de mayo de 2008

Como para el desparche.

Es viernes y sigo con la pata jodida y la puta mente jodida también porque no puedo salir y hacer lo que acostumbraría hacer un viernes: beber cerveza. Y no es sólo el problema de no poder tomar, sino de no tener la posibilidad de ser rechazado o admitido por otros mientras divago en teorías absurdas y conversaciones ya bien sabidas por todos los borrachos.
Entonces no queda opción, miremos que hay de nuevo en la web, empiezo a recorrer uno y otro sitio, el correo electrónico, el facebook, el myspace, el hi5, mierda, parece que no tuviera vida social real, todas las páginas se reducen a comunidades virtuales para "hacer amigos" y creo que no son muy útiles, ya que la mayoría de gente que está por ahí son los mismos que están en la vida real y que conocí en la vida real, no en la virtual.
Sigo aburrido, empecé un cuento anoche y no sé cómo terminarlo, va bien, suena rico, a mi me gusta, a Fernanda también, pero el problema es terminarlo, creo que tendré que hacer un mapa para planificar bien lo que quiero del cuento. Pero no esta noche, esta noche no tengo muchas ganas de escribir a menos que me pueda encender un par de cigarrillos y tomarme unas cuantas cervezas; el problema es el tufito de chochal en el cuarto... si no tuviera la pata jodida podría subir al tercer piso y fumar felizmente en la ventana, pero las muletas son putamente incómodas para hacer ese viaje a esta hora.
Acabo de ver la hora y es demasiado temprano, habría jurado que era media noche y aún faltan horas para eso, sigo trancado.
Intento ver los blogs de los amigos, los de siempre no tienen nada nuevo y el de Adolfo... es nuevo (pal menos par mi), es entretenido, pero me cansé de leer lo mismo.
Me he dado cuenta que desde que decidí ser escritor, me he ido moviendo bien, cosa que nunca había hecho, creo que esto sí me interesa en verdad, no como lo demás que había elegido iniciar y nunca he terminado.
Me pregunto ¿cómo lo logran? siempre salen con esas metáforas raras y locas, de esas que uno dice "oh, que bello juego de palabras, que mejor forma de expresarlo" ¿será de tanto leer poesía o que tienen un manual de metáforas para dummies y yo no lo he visto?
En fin, sigo aquí sentado esperando que la noche pase, espero que pueda fumar más tarde y así sentarme a escribir mejor. Es estúpido, pero el cigarrillo ayuda.
Buenas noches.

miércoles, 7 de mayo de 2008

How to be a great writer by Charles Bukowski

Hola a todos, yo de nuevo por aqui.
Primero para agradecer las entradas y que se peguen la visita. Me doy cuenta que estan entrando, esto gracias al contador nuevo que puse... (ja ja ja, que pilo que soy) aún les falta acostumbrarse a comentar pero bueno, no importa, al menos se que hay alguien (o alguienes) que lee (o leen) lo que se anda en el blog.
Hoy les traigo algo de poesía -si si, ya se que he dicho que no me gusta, pero extrañamente esta es la única que ha conseguido moverme.
Este poema de Charles Bukowski, lo encontré en Love is a dog from hell, una compilación de un buen número de sus poemas, si lo quieren leer está en la Luis Angel y si saben dónde lo puedo conseguir porfavor me avisan para comprarlo.
Un abrazo y que lo disfruten.



How to be a great writer
Charles Bukowski

you've got to fuck a great many women
beautiful women
and write a few decent love poems.

and don't worry about age
and / or freshly-arrived talents.

just drink more beer
more and more beer

and attend the racetrack at least once a
week

and win
if possible.

learning to win is hard--
any slob can be a good loser.

and don't forget your Brahms
and your Bach and your
beer.

don't overexcercise.

sleep until noon.

avoid credit cards
or paying for anything on
time.

remember that there isn't a piece of ass
in this world worth more than $50
(in 1977).

and if you have the ability to love
love yourself first
but always be aware of the possibility of
total defeat
whether the reason for that defeat
seems right or wrong--

an early taste of death is not necessarily
a bad thing.

stay out of churches and bars and museums,
and like the spider be
patient--
time is everybody's cross,
plus
exile
defeat
treachery

all that dross.

stay with the beer.
beer is continuous blood.

a continuous lover.

get a large typewriter
and as the footsteps go up and down
outside your window

hit that thing
hit it hard

make it a heavyweight fight

make it the bull when he first charges in

and remember the old dogs
who fought so well:
Hemingway, Celine, Dostoevsky, Hamsun.

If you don't think they didn't go crazy
in tiny rooms
just like you're doing now

without women
without food
without hope

then you're not ready.

drink more beer.
there's time.
and if there's not
that's all right
too.



viernes, 2 de mayo de 2008

Es la muerte quien te espera (en proceso de edición)

Buenas noches, desocupados lectores, hace un rato me dio por retomar este pequeño texto y la idea era hacerle algunas modificaciones, dejarlo más chusco, más pispo, churro y elegante; pues resulta que terminé cambiándolo prácticamente todo y la verdad no se que hacer con él, ninguno de los dos me convence del todo, así que si son tan gentiles, esperaría sus comentarios al respecto, cuál les parece el mas bonito o si no hay bonito, cualquier aporte, como siempre, es muy valioso, abrazos y picos.



1.
Demasiada presión en las güevas, hay que liberarla, no se puede seguir con lo mismo, la alternativa es siempre la misma, Por qué no me habías llamado, Quería darte una sorpresa, Y que es eso que llevas tan duro y apetecible entre las piernas, Tu sorpresa, Que gusto y que honor tengo yo en conocerla, Todo el placer del mundo que jamás has imaginado, Y sin embargo, qué esperas, Y tu qué esperas, Quiero sentirlo inmediatamente, Ten paciencia, podrías morir, Y si es la muerte lo que espera, por qué darle tanto tiempo, En ese caso haré lo que tu me pidas.

Esa noche, tres sonidos perturbaron por completo la noche, dos gemidos y un balazo entrecruzados, arrítmicos y siniestros, ella cayó a mis pies.

***


2.

Demasiada presión en las güevas, hay que liberarla, no se puede seguir con lo mismo, la situación es siempre la misma, Qué haces acá, Quería darte una sorpresa, Y qué es eso que llevas tan duro y apetitoso entre las piernas, Tu sorpresa, Que gusto y que honor tengo yo en conocerla, Todo el placer que puede brindar este cuerpo al mundo, el que jamás has imaginado, Y sin embargo, qué esperas, Y tu qué esperas, Quiero sentirlo inmediatamente, pero me da miedo, aún no se bien quien eres, Ten paciencia, tan sólo podrías morir, Y si es la muerte lo que espera, por qué darle tanta espera, En ese caso haré lo que tu me pidas.

Esa noche, tres suspiros perturbaron por completo la noche, dos gemidos y un balazo entrecruzados, arrítmicos y siniestros, otra que caía rendida a mis pies.

miércoles, 30 de abril de 2008

Despues de tanta alaraca con la 21 feria del libro

Buenas noches mis queridos amigos desocupados, o como diría un tipo viejísimo que leí alguna vez, desocupado lector:
después de tanta fregadera con lo del cuento que iban a publicar pues ah no se...
Mejor hablemos de la feria. No está tan buena como uno se espera, sobre todo yo que voy después de casi cuatro años de abstinencia por un motivo bastante estúpido pero válido; y es que da mucha pereza irse para la feria del libro sin siquiera tener la oportunidad de llevarse alguito para la casa, bueno, algo distinto a los miles de volanticos y panfleticos que regalan por todo Corferias. Pero esta vez y gracias al ahorro obligado que me ha provocado mi lesión, me llevé unos buenos pesos para darme gusto y no quedar como el niño que entra sólo a la juguetería a esperar que un alma caritativa se apiade y le de un carro a control remoto, de esos que no tienen cable sino que son por señal de radio, en fin.

Estuve dos horas y media en el pabellón 6, donde están algo así como las editoriales mas famositas, se ve mucha novela colombiana, mucho Nóbel por ahí, pero qué desastre que continuamos con el auge tremebundo de don Coelho, el cual se da el lujo de tener un poster gigantesco, de esos tamaño paradero publicitario, con la portada de la ultima edición de su Hit Number One El Alquimista. Carajo, quisiera yo poder tener ese mismo afiche en mi cuarto, si si, el de Coelho, si yo se que lo detesto, pero por eso mismo, si ese pelmazo puede escribir vainas que se vendan tanto y que la gente lo adore tanto como el último dios de la creación impresa, pues coño que yo también puedo y hasta tengo mejor estilo.
Pero bueno, estuve dando vueltas en mis muletas por lado y lado, vi varias cositas muy bonitas y otras hermosísimas, lástima los precios, era como ver esas mujeres extremadamente hermosas, buenas tetas, buen culo, una actitud que te fascina e hipnotiza, pero una exigencia bancaria que te destroza la moral; una completa tristeza no ser parte de la elite que tiene acceso a estos placeres mundanos: las viejas extremadamente buenas y los libros extremadamente hermosos (el orden de los adjetivos puede intercambiarse con el de los sustantivos).

Ah si, el cuento, no salio como lo habíamos escrito, no es nuestro cuento, se parece pero no es, lástima que los editores lo cagaran de esa forma.

Un abrazo a todos, que descansen.

Pdta: el cuento original se encuentra en www.andrelegion.wordpress.com se llama De la furia a la sangre y de la amnesia a la muerte. Si se me pasa el mal genio un día de estos subo los dos, el que publicaron y el que escribió Legión.

viernes, 25 de abril de 2008

Sentido Animal

Para Laura, nada personal.

Todo es irreal, tan solo un soplo y las coincidencias se dan

tan solo un giro y todo puede cambiar

que es ficción que es realidad,

nada

al fin y al cabo todo puede pasar.

La conocí hace un año, del modo más patético que puedes conocer a alguien, en un Chat. Ella estaba fuera del país, pero igual era como si estuviera cerca, hablábamos todas las noches, en una ventanita de computador en la que expresábamos nuestras ideas, nos conocíamos y dejábamos ver el lado amable que siempre mostramos. Meses después regresó al país, estaba llena de sueños e ilusiones, una carrera por terminar y una familia en caos completo.

Luego de casi dos meses nos vimos, era completamente distinta a lo que me esperaba encontrar, sin embargo era fascinante, hablaba de todo y conocía muchas cosas que compartíamos de manera tácita. Nuestra primer cita fue en un lugar alejado de todo y de todos, como si quisiéramos olvidarnos del mundo comenzamos a caminar por aquella montaña, subimos y subimos hasta cansarnos, la conversación pasaba de un tema a otro espontáneamente. Las cosas se daban fácilmente, no había prejuicios a pesar que ella era una mujer que tenía mil veces el dinero que yo alguna vez podría conservar en mi bolsillo. De repente nos dimos cuenta que los sentimientos y la relación había trascendido, ya no éramos dos entes detrás de una máquina, éramos dos personas caminando juntos, cogidos de la mano, expresando ideas, sintiendo, viviendo. En este momento recuerdo con un cigarrillo aquel día y siento como vuelven a mi aquellas imágenes, la ciudad bajo nosotros, víctima de nuestras emociones, cómplice de aquella cita.

Meses después éramos novios, teníamos una relación basada netamente en el sexo y el amor que ella me juraba, yo me aprovechaba de ella, quería conocer su mundo, salir a los lugares de moda, pertenecer a un grupo que no era el mío; lo único que quería de ella era su vida. No puedo decir que no la amé, o que jamás sentí algo por ella, pero como todo, el amor también se acaba, la gente se interpone y las relaciones se dañan. Después de cuatro meses terminamos, dejamos de hablarnos, yo me escudé en el alcohol y jamás volví a verla.

Un año después nos hemos reencontrado, he vuelto a verla y decidimos salir juntos, las cosas no han cambiado mucho, su aspecto es el mismo, solo que yo ya no soy un idiota pretendiendo ser, ahora SOY ese idiota. Decidimos vernos en mi casa, aquella que queda en la mierda, lejos de todo y de todos, ella necesitaba algo, lo sabía. Entramos en mi cuarto, de inmediato puse a sonar algo de la música que solíamos escuchar juntos, extrañamente ella también ha cambiado y me exige colocar algo de lo que antes detestaba. La conversación que se da es tan solo una actualización, noticias nuevas y reclamos antiguos, como era de esperarse pasamos a recordar viejos momentos, lugares comunes, sensaciones particulares. No podía seguir con aquello, el amor revivía, la excitación seguida del explícito deseo sexual llenaba el ambiente. No lo soporté mas, decidí invitarla a comer, pero no sabía que la cena iba a ser este cuerpo.

Sorpresivamente me encontré en ella, besando su cuello, acariciando un par de senos espectaculares grandes y siempre disponibles que tanto disfrutaba antes. No podía besarla, no en los labios, me sentía como si me estuviera traicionando a mi mismo, había jurado no volver a ella, no estar de nuevo con aquella mujer que cambió todo en mi, aquella que me hacía sentir la libertad del sexo sin prejuicios. Pero fracasé como siempre, no pude resistirme, él es mas poderoso que yo, manda sobre todo mi cuerpo, me dice que hacer y cuando hacerlo, y ese era el momento.

Ella no era estúpida sabía que si no la besaba era por algo, así que se molestó conmigo y me dijo que se sentía como una puta a la que no se le permiten los besos.

No, no era ella, era yo, la estúpida pelea interna entre las emociones y las ideas que no me permitían hacerlo, sin embargo de nuevo él, reclamó lo suyo y me obligó a besarla; no digo que no quisiera, sólo que no lo deseaba.

Nos fundimos en un beso profundo y dulce, beso lleno de recuerdos y completamente excitantes, la tiré en la cama, seguí pegado a sus pezones que ya estaban listos, duros y firmes pidiendo succión. Ella se detuvo, me recordó que no estábamos solos, que había más gente en la casa. Maldita sea, no podía dejar pasar este momento, puta vida, era el momento preciso, ya era todo calor, ya era todo emoción, ya no reaccionaba ante ideas.

Le propuse irnos a otro lado, un sitio donde pudiéramos hacer lo que quisiéramos sin que nadie nos molestara. Accedió, no lo dudó, quería terminar lo que habíamos empezado, no podía dejar las cosas sin terminar. Cogimos un bus y fuimos a dar en un motel.

-habitación sencilla por favor, 3 horas. Ah y una cerveza.- dije a la camarera mientras observaba aquel ambiente tan bien conocido por mi y nuevo para ella, las paredes llenas de una pintura esmaltada que permitían lavarlas fácilmente, supongo que era por cuestiones de higiene, uno nunca sabe donde podrían escupir los demás.

Me sentía extraño, siempre me sucede, es incómodo entrar a una residencia, ya sabes que es lo que vas a hacer, no hay vuelta de hoja, solo entras, pagas, te acuestas, te desnudas, la penetras un par de veces y luego te vas.

Nos acostamos y como siempre encendí la televisión, no me gusta el silencio en estos sitios, puse cualquier canal y comenzamos a besarnos nuevamente, casi instantáneamente me vi envuelto en ella, desnudo, en su interior, empujando mi verga hasta el fondo, hasta que ella gimiera cada vez mas y mas. No podía detenerme siempre era placentero hacerlo con ella. Siempre fue divertido, siempre fue excitante, su aroma, su piel, la sensación de tenerla sobre mi, cargando su cuerpo, liberándonos de todo, olvidando el mundo, siendo nosotros uno solo, esperando que las carnes superaran lo físico y se manejaran, se acoplaran. El sexo no es solo sexo, es una expresión animal, es la resolución del cuerpo, si, así lo veo yo, como si nada de lo que hubiera en este mundo importara tanto o tan poco, el sexo es solo eso, sexo, sentimiento animal, instinto.

Nunca he podido hacerlo bien, nunca he sentido mayor cosa que lo que siento mientras me masturbo, sin embargo, aquella noche, era perfecta para este pedazo de carne tieso y esperando botar su líquido como una ballena que sale a la superficie a respirar. Lo hicimos no se cuantas veces, siempre del mismo modo, siempre exigiendo nuevas cosas, siempre pidiendo algo más del otro, siempre pensando en uno, pero al mismo tiempo creando formas de placer para el otro. La cerveza había hecho su efecto, solo necesitaba de una para querer siempre lo mismo, ir por detrás.

Empezamos a revolcarnos nuevamente y yo la puse en cuatro, como a un perro que su amo quiere castigar comencé a manejar sus caderas, dirigiéndola por su pelo, su centro era tibio, húmedo, regocijante de placer, palpitaba fuerte y pedía más y más; creí que había llegado el momento, sin decir nada la agarre fuertemente de sus nalgas, las traje hacia mi con un golpe seco y fuerte, se unieron a mi pelvis, lo hice un par de veces más, cada vez mas fuerte y al final saqué mi verga sedienta y ataqué sin clemencia, un grito de dolor circuló por los alrededores, su ano era demasiado estrecho y yo no alcanzaba a penetrar bien en ella, gritó desesperada de dolor, no quería seguir, pero yo ya no era consciente, mis sensaciones habían poseído todo lo que tenía de racionalidad, así que no me detuve, seguí intentándolo, ella siguió gritando, gimiendo, sollozando, no me importaba, era mi placer, ya no existía más gusto por ella, ya no habían emociones, ya no habían sentimientos, ya no había humano, ahora era solo animal. Solo carne exigiendo placer.

Terminé en su interior, no pude evitarlo, tardé menos de 10 minutos en hacerlo mientras ella seguía gimiendo y exigiendo que parara; me detuve, lo saqué, le di vuelta y la besé.

Hoy sigo recordando aquel momento. No nos volvimos a hablar, ella sigue pensando en mi, yo sigo pensando en aquella noche y en otras tantas que pasamos juntos teniendo sexo. Supongo que ahora hay alguien mas que se revuelca dentro de ella, que la hace sentir todo lo que yo nunca pude, que la hace correrse desesperada envuelta en sudor y placer. Pero sin embargo se que aún me extraña y extraña mi sexo, como yo a ella, como yo a su sexo.